Agua. Tierra. Fuego. Aire. Esos son los cuatro elementos conocidos por todos. Pero… ¿Y si te dijera que hubo un quinto elemento? Uno que fue padre, madre y equilibrio de los otros cuatro. Si, algunos cuentan que eso tan solo es una leyenda para asustar a los niños, para que estos, se porten bien, que aquel tiempo de terror nunca existió. Pero yo sé que no es así. ¿Qué cómo lo sé? Porque yo querido lector, soy uno de ellos.

Muchos hablan del declive de mi raza, de la acumulación de poder, de nuestra crueldad y avaricia. Más no siempre fue así. El fuego es temperamental, el aire caprichoso, el mar iracundo, la tierra vengativa. ¿Quién lograba que no se impusiera un elemento sobre los otros? Nosotros, los únicos de mantener la paz, el equilibrio. Un soberano, un elegido que con consentimiento de las familias reales del resto de los elementos, tomaba una pequeña parte de su poder para crear un balance perfecto, una armonía que lograba que el mundo girara sin peligro de ser devastado. Así fue en un principio y así se mantuvo durante milenios.

Pero nadie quiere acordarse de eso. No ¿Cómo hacerlo cuando has destruido una raza casi por completo? La leyenda que se cuenta es la leyenda de Sgaile. Aquel que todo lo inició, la sombra que todo lo provocó. Al fallecer el anterior soberano, fue el quien tomó el poder. Nadie sabe si fue por accidente o fue con intención pero en el momento de absorber la pequeña porción de poder de la tierra no se supo detener absorbiendo todas sus capacidades y con estas, su vida. Sgaile se sintió lleno de vida, ebrio de poder, glorioso, invencible y esto, habiendo tomado tan solo a uno de los elementos. A lo largo de esa semana, mató a otros tres seres, fuego, agua, viento. Convirtiéndose en el ser más poderoso de la tierra. Así fue como el equilibrio se rompió. Sus camaradas pronto siguieron su ejemplo y aquellos que veían aquel procedimiento como una barbarie y una masacre fueron exiliados o ajusticiados de forma que con los años, nadie se atrevió a plantarle cara a Sgaile.

Siguieron años oscuros. Años de terror, para los elementales y para aquellos que no podían levantar su voz. Agua, fuego, tierra y viento pronto comenzaron a odiar a toda aquella raza que los estaba exterminando. Pero alguien hubo de poner fin. Todo comenzó con el nacimiento de Braon, hijo heredero de la casa Aegir, soberanos del agua. ¿Cómo podía el rey, su padre vivir con el miedo de que algún día Sgaile decidiera tomar la vida de su hijo? En secreto se reunió con el gobernante de la casa Bealtaine, soberano del fuego y juntos urdieron el plan. Unir las cuatro casas, los cuatro elementos pues tan solo juntos podrían derrocar aquella dictadura de terror. Anemoi y Alseide no opusieron resistencia en dejarse convencer. Más fue una anciana Alseide abuela del por aquel entonces rey de los elementales de Tierra quien dio con el método. Creando un arma que destruiría para siempre una raza que se pensaba superior.

Con cuatro gotas de sangre de cada elemento se formaron cuatro talismanes que deberían forjarse. Al unirse, aquel artefacto, tomó la energía robada por cada uno de los lacayos de Sgaile debilitándolos hasta la muerte. Por todos lados caían muertos aquellos seres que se habían visto devorados por la codicia del poder, la ciudad donde ellos vivían fue devastada pues la fuerza desatada por aquel talismán asoló la tierra de aquellos que habían masacrado a los elementales mostrando la misma piedad de la que ellos habían hecho gala.

Así fue como una raza se extinguió, el quinto elemento. El elemento de la energía. Que fue destruido por la venganza casi por completo. Casi. Pues algunos aún sobrevivimos, entre las sombras, pasando desapercibidos, esperando nuestra oportunidad de venganza. ¿Cómo lo lograremos?
Para eso, habría que contar la situación actual en la que nos encontramos. Un concilio fue creado después de la guerra, donde un representante de cada raza, un sabio, sería el encargado de mantener el equilibrio entre cada una de ellas. Paulatinamente y de forma ordenada, la corona de Sgaile, pues así se sigue llamando a día de hoy aquella magnifica tiara reposa sobre la cabeza de un elemento que se va alternando cada cierto periodo de tiempo. ¿Qué fue del talismán? Se desmanteló y celosamente fue entregado cada parte a un guardián que lo mantiene a salvo protegiéndolo de todo mal. Ahí está nuestro objetivo, pues dicen que quien consiga las cuatro piezas y sea capaz de unirlas, gobernará el mundo.

Pero … shhh… Esto, solo es una leyenda.

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