¿Como había llegado?, no tenía la mas mínima idea, ni tenía ganas de esforzarse en recordarlo, solo quería estar lejos de las luces de la ciudad, de los reflectores y de su jodido representante que parecía estar dispuesto a arrebatarle cualquier cosa que pudiese brindarle una pizca de diversión o tranquilidad,  lo ultimo que recordaba era haber salido del estudio con un par de conocidos para ir por un poco de diversión y ahora se encontraba sabrá dios en donde sin acompañante alguno o persona a la cual acudir para saber todo lo que había hecho durante el lapso de tiempo transcurrido desde su salida hasta ese momento pero ya poco y nada le importaba, solo debía dejarse llevar por sus instintos, tener un poco de diversión, después de todo la resaca del día siguiente la tendría si o si y que mejor que disfrutar lo que pudiese antes de sufrir las consecuencias.

Todos los pensamientos de antes se desvanecieron al escuchar una estridente música proveniente de un bar que se encontraba a poca distancia de el. ¿Sería buena idea meterse a ese lugar?. Ni siquiera había terminado de meditar sobre el asunto cuando sus pies ya se encontraban caminando hacia la puerta, al compás de la ruidosa música, como si estuviesen siendo guiados por esta cual flautista de Hamelin llevando ratones. No tardo en entrar en el lugar sin prestar la mas mínima atención a lo que le rodeaba, eran simples seres inferiores volviéndose locos por una banda de mal gusto...pero esperen, esa misma banda de mal gusto era la que acababa de hacerle entrar allí, ¿Un tanto irónico no?.

Estuvo un rato sentado frente a la barra bebiendo un par de copas, observando las botellas de distintos tipos, sabores y colores que estaban acomodadas por toda la repisa de la pared, pensando en que sería bueno tomar a continuación. Comenzaba a aburrirse, ya había bebido lo suficiente para las pocas ganas de hacer nada que tenía, quizás ahora sería mejor irse de allí, el lugar ni siquiera era de su gusto, las personas no le llamaban la atención por el simple hastió de haber tenido que pasar todo el jodido día tratando con clientes impertinentes, de no tener un castaño molesto esperando por su regreso para reprocharle por su mal comportamiento para después hundirlo en mas trabajo, había veces en que llegaba a pensar seriamente en solo despedirle y vivir su vida pero sabía que su carrera se volvería un caos.

Suspiro profundamente mientras se ponía de pie y comenzaba a caminar, balanceándose ligeramente por la cantidad de alcohol en su interior sin fijar un rumbo fijo, solo se dedico a vagar por el lugar, escurriéndose entre la gente hasta que termino llegando a la salida trasera, abrió la puerta sin mucha delicadeza y dio un par de pasos hacia afuera sin poder evitar sentir un ligero mareo y unas ganas inmensas de ir directo a su departamento y tirarse sobre la cama para no saber nada hasta el día siguiente. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos cuantos sonidos a los cuales no les presto gran atención, estaba muy ocupado intentando no ir a parar directamente al piso.

¿Piedad? ¿En verdad creía que él tenía todavía algo de piedad en su ser? ¿Creía que seguía acariciando la misericordia que no pudo controlar hasta llegar a ese mundo? Sí, de hecho aun le quedaba una poca, y no la desperdiciaría en un imbécil e inservible idiota que no dejaba de quejarse, que no haría mucha falta al mundo. Así que la piedad en realidad ya no representaba nada para Vincent, que sentía el mundo a sus pies en esos momentos. No representaba nada más que un obstáculo que le recordaba lo que fue y a lo que se seguía aferrando de alguna manera, tenía que deshacerse de lo que quedaba de ella, que cuando a otros les hizo falta y eran capaces de utilizarla y comprender, no dudaron en darle la espalda.

– ¿Piedad? – preguntó sonriente, mostrando a ese hombre de negocios insanos y torcidos que lo que le suplicaba era algo que lo divertía, que no le causaba la seriedad que esperaba, y que la aborrecía – Pídeselo a tu dios – Nuevamente las garras, el cuerpo que aun tenía algo de vida no tardó en tocar el suelo y comenzar a desangrarse lo más tranquilo que se podía en esos momentos. Lo miró desde su lugar, observando como parecía tomarse su tiempo para dejar esa vida y unirse a esos tantos que había destripado desde el momento en que llegó ahí. Sabía que tarde o temprano él también llegaría a ese lugar y muchos desearán vengarse de él. Sonrió mientras enterraba sus garras en la cabeza, tocando con su filo incluso el suelo y rasgarla.

Miró hacia arriba, donde sabía que lo estaban observando algunos de esos cobardes que no se atrevieron a caminar con él cuando más los necesitaba. ¿Y qué? Al final las cosas les habían salido por la culata y Vincent no hacía más que estar feliz por eso, se sentía más tranquilo, más confiado. Se sentía en una paz que jamás hubiera sentido de haberse quedado de brazos cruzados mientras observaba como aquel hombre seguía haciendo lo que le hizo una vez a su hermana. – ¡Ves! – parecía gritar a la nada, como un loco, pero eso ya lo era desde el momento en que miró la sangre escurrir por su causa, desde ese momento fue que se corrompió y la locura se apoderó de una parte de él, esperando el momento, un pie en falso para salir y acabar con todo. No lo permitiría tan fácil – ¡Estoy acabando! – ni siquiera espero respuesta cuando terminó aquella amenaza a un ser al que en algún momento le había perdido el respeto y el temor. Vincent se quedó quieto unos momentos antes de tomar el cadáver de la camisa y meterlo en el contenedor de basura que se encontraba en aquel local. Alzando la mirada para retirarse, se encontró de espaldas con un chico rubio que se alejaba. Se preguntó si había visto algo, no importaba, de haber sido así lo habría descubierto, de haber sido así tampoco le importaba. No podían identificar lo que no existía. ¿Cierto? – Hey chico – llamó desde su lugar, recargado en el contenedor, guardando sus garras, aunque sus dedos aun tenían algo de sangre y ese mismo líquido parecía rodear el lugar – ¿A dónde vas? – podían pasarla bien.