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Una compra inesperada [Compra con Aniel]
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Victor avanzaba entonces, acompañado por aquél androide que tan curiosamente había acabado “convenciéndole” de que le adquiriese, por los pasillos de aquél lugar.
Si algo le molestaba, eran que le dijesen o creyesen que él no podía hacer algo a causa de su “condición”; a excepción de caminar, él estaba convencido de que era tan bueno o incluso mejor que muchos en lo que fuese que quisiese hacer, de modo que aquél comentario que había escuchado momentos antes sobre “comprender el porqué de la insistencia sobre adquirir un androide” no le había caído del todo bien; no obstante, prefirió guardar silencio y omitirlo todo el tiempo, pese a que rondaran por su cabeza más de una respuesta al respecto.
Se dirigió a la recepción, a sabiendas de que probablemente aún quedaría alguien allí cerca. Al lado opuesto de la zona que llevaba a la bodega, había una salía lateral, de modo que si sus cálculos fallaban y el lugar estaba “abandonado” de quién pudiese asistirles podría salir perfectamente por allí sin más complicaciones.
Probablemente, incluso si no encontrase a nadie, podría dar de baja a Aniel de entre los androides disponibles para la venta, y ya luego podría él mismo encargarse de aclararlo con algún vendedor cuándo regresase a trabajar al siguiente día; le parecía inútil esperar por algo que podría hacer él mismo y sin embargo se limitaría a hacer sólo lo básico si era necesario, pues simplemente era adecuado, o al menos entendía la necesidad de un intermediaro que asegurase e adecuado funcionamiento de todo aquél “sistema” que era Toy Box.
En todo caso, nada de eso fue necesario, y al parecer no tendría demasiado de qué preocuparse porque en cuanto se acercó a la zona de recepción pudo oír perfectamente el movimiento que le alertaba de que habría de encontrar a alguien allí. Útil o no, no lo sabía, mas al menos sí había alguien.
– Por cierto; tendrás que ingeniártelas para hacerte un lugar en la habitación extra; no está demasiado arreglada ya que nadie la usa nunca – Y si iba a ser sincero, estaba exactamente igual desde que él se había mudado. – Tampoco hay nada allí que pueda servirte, porque, como probablemente era evidente, no pensaba tampoco que alguien fuese y mucho menos tenía planeado hoy adquirir algún androide. El lado positivo es que podrás arreglártelas a tu propio gusto allí. – Después de todo, más allá de su propio orden en cuanto a sus datos, archivos e información sobre informática o tecnología, sus libros, y las partes en relación a su trabajo, no era alguien que se molestase demasiado por lo demás, ni que se preocupase por los cambios o mantener algún orden específico o conservar las cosas con demasiado cuidado; claro, no era alguien desordenado, por el contrario, a la apariencia todo se veía pulcro y cuidado, simplemente, que no solía retomar demasiado las cosas que guardaba, y solía buscar directamente una o dos que precisaba cada tanto, por lo que era poco lo que desarreglaba, y de igual modo poco lo que debía acomodar; todo solía permanecer completamente igual con él; era más bien alguien de rutinas, quizás porque tenía sus propios hábitos y pasatiempos que no requerían de demasiado.
Abrió la puerta, y la empujó, abriéndose paso tras esta, y arreglándoselas para mantener el equilibrio al bajar el par de pequeños escalones que separaban aquella habitación del pasillo, creando un par de golpes que resonaron en la habitación; no le faltaba la costumbre a ello, así que siquiera lo notó realmente.
Si algo le molestaba, eran que le dijesen o creyesen que él no podía hacer algo a causa de su “condición”; a excepción de caminar, él estaba convencido de que era tan bueno o incluso mejor que muchos en lo que fuese que quisiese hacer, de modo que aquél comentario que había escuchado momentos antes sobre “comprender el porqué de la insistencia sobre adquirir un androide” no le había caído del todo bien; no obstante, prefirió guardar silencio y omitirlo todo el tiempo, pese a que rondaran por su cabeza más de una respuesta al respecto.
Se dirigió a la recepción, a sabiendas de que probablemente aún quedaría alguien allí cerca. Al lado opuesto de la zona que llevaba a la bodega, había una salía lateral, de modo que si sus cálculos fallaban y el lugar estaba “abandonado” de quién pudiese asistirles podría salir perfectamente por allí sin más complicaciones.
Probablemente, incluso si no encontrase a nadie, podría dar de baja a Aniel de entre los androides disponibles para la venta, y ya luego podría él mismo encargarse de aclararlo con algún vendedor cuándo regresase a trabajar al siguiente día; le parecía inútil esperar por algo que podría hacer él mismo y sin embargo se limitaría a hacer sólo lo básico si era necesario, pues simplemente era adecuado, o al menos entendía la necesidad de un intermediaro que asegurase e adecuado funcionamiento de todo aquél “sistema” que era Toy Box.
En todo caso, nada de eso fue necesario, y al parecer no tendría demasiado de qué preocuparse porque en cuanto se acercó a la zona de recepción pudo oír perfectamente el movimiento que le alertaba de que habría de encontrar a alguien allí. Útil o no, no lo sabía, mas al menos sí había alguien.
– Por cierto; tendrás que ingeniártelas para hacerte un lugar en la habitación extra; no está demasiado arreglada ya que nadie la usa nunca – Y si iba a ser sincero, estaba exactamente igual desde que él se había mudado. – Tampoco hay nada allí que pueda servirte, porque, como probablemente era evidente, no pensaba tampoco que alguien fuese y mucho menos tenía planeado hoy adquirir algún androide. El lado positivo es que podrás arreglártelas a tu propio gusto allí. – Después de todo, más allá de su propio orden en cuanto a sus datos, archivos e información sobre informática o tecnología, sus libros, y las partes en relación a su trabajo, no era alguien que se molestase demasiado por lo demás, ni que se preocupase por los cambios o mantener algún orden específico o conservar las cosas con demasiado cuidado; claro, no era alguien desordenado, por el contrario, a la apariencia todo se veía pulcro y cuidado, simplemente, que no solía retomar demasiado las cosas que guardaba, y solía buscar directamente una o dos que precisaba cada tanto, por lo que era poco lo que desarreglaba, y de igual modo poco lo que debía acomodar; todo solía permanecer completamente igual con él; era más bien alguien de rutinas, quizás porque tenía sus propios hábitos y pasatiempos que no requerían de demasiado.
Abrió la puerta, y la empujó, abriéndose paso tras esta, y arreglándoselas para mantener el equilibrio al bajar el par de pequeños escalones que separaban aquella habitación del pasillo, creando un par de golpes que resonaron en la habitación; no le faltaba la costumbre a ello, así que siquiera lo notó realmente.
Ryoma Victor
Mensajes : 25
Largos pasillos que esa hora estaban ya prácticamente desiertos, a decir verdad pocas veces él mimo seguía en circulación a horas como esas; si, la mayoría de las veces se almacenaba con los demás androides cuando la tienda cerraba sus puertas al público. Pero aquella noche había sido diferente, aquella noche algo inesperado e impensado había sucedido… quizás cuando estuviese más cerca de rendirse ante lo inevitable, quizás cuando ya no conservaba esperanzas al respecto, o cuando estaba a punto de dejarlas atrás.
El ruido de sus pasos se sumaba al leve sonido del motor de la silla en funcionamiento, mientras en silencio transitaban aquel largo pasillo no podía evitar preguntarse cómo sería vivir con su nuevo dueño; era una persona que le agradaba sin lugar a dudas, se había tomado el atrevimiento de formarse una propia opinión de él; pero debería ahora conocerle más a fondo, esas cosas que a simple vista no podría adivinar, sus modos, sus gestos, su mundo… para que su compañía resultase eficaz a sus necesidades.
─ No se preocupe por eso, puedo hacer la limpieza necesaria en el sitio…─comentó haciendo después una pequeña pausa, cayendo en cuenta de que no sabía si su nuevo dueño residía solo en su morada o debería compartir el techo con algún familiar más─ ¿Vive usted solo? ─preguntó con ligera curiosidad, justo antes de que ambos se detuviesen frente a la puerta; allí le sintió bajar las escaleras con la silla haciendo posiblemente más ruido del deseado, pero el de cabellera plateada pareció obviar aquello. Cuando la puerta se abrió antes los dos y cuando le dejo ingresar primero para seguirle en su mismo camino, observó que uno de los empleados parecía aún seguir allí─ Buenas noches…─saludó de forma educada, esperando a que aquellos a quienes concernía hacer el trato, tomasen voz en la conversación.
El ruido de sus pasos se sumaba al leve sonido del motor de la silla en funcionamiento, mientras en silencio transitaban aquel largo pasillo no podía evitar preguntarse cómo sería vivir con su nuevo dueño; era una persona que le agradaba sin lugar a dudas, se había tomado el atrevimiento de formarse una propia opinión de él; pero debería ahora conocerle más a fondo, esas cosas que a simple vista no podría adivinar, sus modos, sus gestos, su mundo… para que su compañía resultase eficaz a sus necesidades.
─ No se preocupe por eso, puedo hacer la limpieza necesaria en el sitio…─comentó haciendo después una pequeña pausa, cayendo en cuenta de que no sabía si su nuevo dueño residía solo en su morada o debería compartir el techo con algún familiar más─ ¿Vive usted solo? ─preguntó con ligera curiosidad, justo antes de que ambos se detuviesen frente a la puerta; allí le sintió bajar las escaleras con la silla haciendo posiblemente más ruido del deseado, pero el de cabellera plateada pareció obviar aquello. Cuando la puerta se abrió antes los dos y cuando le dejo ingresar primero para seguirle en su mismo camino, observó que uno de los empleados parecía aún seguir allí─ Buenas noches…─saludó de forma educada, esperando a que aquellos a quienes concernía hacer el trato, tomasen voz en la conversación.
Aniel
Androide : ¿Eso es posible?
Amo : Victor Ryoma
Pareja : Mmm no.
Mensajes : 47
Se encontraba detrás de la puerta que daba con la recepción. Rodeado con otras personas en una pequeña mesa, jugando con todo el descaro que se le permitía en la tienda. Mientras un intendente que era el moderador sacaba una carta. -¿Juegan? –Habló con seca voz por su edad y los tres jugadores se vieron entre sí. –Doblo –Dijo nuestro vendedor extravagante, empujando sus fichas, uno se retiró, el siguiente temblando siguió el juego y sin darse cuenta lanzaron las cartas y se escucho un grito. – ¡It’s Mine! –Con su gran sombrero de copa introdujo las fichas agradeciendo de nueva cuenta haberle llenado los bolsos, pero en sus festejos, uno de los androides que servía de guardián aviso que un modelo SIGMA se encontraba a unos metros y al parecer también un humano. –En mi turno no existen las devoluciones –Alegó y se levanto mientras todos acomodaban el casino clandestino.
Se abrió la puerta mientras abrió un cajón y tiro todas las fichas, en su mayoría azules, dentro para desocupar su sombrero y colocárselo con elegancia. –Buenas noches, pero por lo que puede ver la hora es tarde y la tienda no abre para recibir devoluciones. –Señalo el extraño reloj en forma de un extraño árbol rosado.
El androide que antes le había avisado corrigió la situación. –No Mr. One-ler, El androide #11 modelo SIGMA 8 no tiene propietario. –Señaló con su índice y con una cara sin gesto alguno.
-Haberlo dicho antes, nunca es tarde para abrir las puertas a un futuro comprador. Y… solo es este androide el que desea llevar, porque en el almacén tiene a su gusta elección. –Como si estuviera regateando pronto saca una tableta transparente en la cual aparecen cientos de androides puestos a venta. Se acerco y le extendió, si tenía la oportunidad quería vender más de uno. -Cuando termine necesito que me diga los siguientes datos:
Se abrió la puerta mientras abrió un cajón y tiro todas las fichas, en su mayoría azules, dentro para desocupar su sombrero y colocárselo con elegancia. –Buenas noches, pero por lo que puede ver la hora es tarde y la tienda no abre para recibir devoluciones. –Señalo el extraño reloj en forma de un extraño árbol rosado.
El androide que antes le había avisado corrigió la situación. –No Mr. One-ler, El androide #11 modelo SIGMA 8 no tiene propietario. –Señaló con su índice y con una cara sin gesto alguno.
-Haberlo dicho antes, nunca es tarde para abrir las puertas a un futuro comprador. Y… solo es este androide el que desea llevar, porque en el almacén tiene a su gusta elección. –Como si estuviera regateando pronto saca una tableta transparente en la cual aparecen cientos de androides puestos a venta. Se acerco y le extendió, si tenía la oportunidad quería vender más de uno. -Cuando termine necesito que me diga los siguientes datos:
•Nombre del propietario:
•Vive en: [ ] Zona Alighieri [] Zona Baja
•Datos de la adquisición:
Androide: #
Modelo:
Nombre:
O. L.
Mensajes : 2
– Tampoco he dicho que el lugar esté hecho un caos ¿O sí? – Aclaró ante la respuesta obtenida sobre “hacer la limpieza que fuese necesaria”. Luego atendió a su pregunta – Por supuesto que sí. No soy del tipo de personas que disfruta demasiado la compañía o busca de ella. – Era algo de lo que estaba consciente respecto a sí mismo, así que no tenía problema alguno en decirlo, para él aquello era algo normal, suficientemente natural como para no tener titubeo alguno a la hora de plantearlo; después de todo, Victos solía ser alguien que disfrutaba de la calma y el provecho que la soledad llevaban consigo, o al menos, eso era lo que se decía a sí mismo.
– ¿Acaso me ve cara de cliente insatisfecho? – Cuestionó, claro, podía clasificarse entonces como “Cliente”, y lo de “insatisfecho” era relativo a cómo interpretara su expresión por entonces y como de costumbre seria, más aún al deber tratar con otras personas.
Cuando aquél “malentendido” fue aclarado, no tardó en notar el cambio de actitud, sin duda era el tipo de vendedor que hacía todo por una venta. No era algo que le molestase, cada cual a lo suyo, aunque claro, era una excepción dado que quisiese hacer aquella clase de “trucos” esperando venderle más de lo que había buscado o simplemente pretender que él tuviese esa intención.
– No estoy interesad en adquirir más de un androide, agradece que puedas venderme algo, porque en definitiva no me veo como un “coleccionista”; sé bastante de los androides allí y por lo que rápidamente pude ver, incluso podría decir que faltan datos útiles – Al menos para alguien como él, que tenía preferencia por otro tipo de detalles más técnicos. Dejando a un lado la tableta, estirándose para alcanzar una mesa cercana que tenía y atendiendo a los datos que tenía que ofrecerle al respecto del trámite que evidentemente sí estaba buscando realizar.
Respondió a cada uno de los espacios libres en aquella pequeña lista de datos por llenar antes de completar aquella transacción. – ¿Qué más es necesario? – No era que no conociese ya todos los procedimientos que se realizaban en aquella empresa; a cómo era él, hubiese sido realmente un milagro si no hubiese investigado y aprovechado a obtener la mayor cantidad de información posible que le resultase relevante, pero, justamente, el proceso de ventas no le había resultado tan significativo como para prestarle tanto detalle, y prefería preguntar, que hacer de cuenta lo sabía a la perfección y acabar equivocándose.
– ¿Acaso me ve cara de cliente insatisfecho? – Cuestionó, claro, podía clasificarse entonces como “Cliente”, y lo de “insatisfecho” era relativo a cómo interpretara su expresión por entonces y como de costumbre seria, más aún al deber tratar con otras personas.
Cuando aquél “malentendido” fue aclarado, no tardó en notar el cambio de actitud, sin duda era el tipo de vendedor que hacía todo por una venta. No era algo que le molestase, cada cual a lo suyo, aunque claro, era una excepción dado que quisiese hacer aquella clase de “trucos” esperando venderle más de lo que había buscado o simplemente pretender que él tuviese esa intención.
– No estoy interesad en adquirir más de un androide, agradece que puedas venderme algo, porque en definitiva no me veo como un “coleccionista”; sé bastante de los androides allí y por lo que rápidamente pude ver, incluso podría decir que faltan datos útiles – Al menos para alguien como él, que tenía preferencia por otro tipo de detalles más técnicos. Dejando a un lado la tableta, estirándose para alcanzar una mesa cercana que tenía y atendiendo a los datos que tenía que ofrecerle al respecto del trámite que evidentemente sí estaba buscando realizar.
•Nombre del propietario: Ryoma, Victor
•Vive en: [X] Zona Alighieri
•Datos de la adquisición:
Androide: #11
Modelo: 8 Σ SIGMA
Nombre: Aniel
Respondió a cada uno de los espacios libres en aquella pequeña lista de datos por llenar antes de completar aquella transacción. – ¿Qué más es necesario? – No era que no conociese ya todos los procedimientos que se realizaban en aquella empresa; a cómo era él, hubiese sido realmente un milagro si no hubiese investigado y aprovechado a obtener la mayor cantidad de información posible que le resultase relevante, pero, justamente, el proceso de ventas no le había resultado tan significativo como para prestarle tanto detalle, y prefería preguntar, que hacer de cuenta lo sabía a la perfección y acabar equivocándose.
- Perdón:
- Mil perdones la demora. Entre una cosa y otra, falta de tiempo, y de salud no pude respondar antes -ni hacerlo relativamente bien.-
En todo caso desde ya aviso que probablemente esta dos semanas próxima andaré más ausente aún, hasta acabar con la Universidad y las pruebas finales u.u
Perdón.
Ryoma Victor
Mensajes : 25
Por alguna razón tras aquellas palabras había logrado asumir que aquella habitación se encontraría cerrada y con cosas acumuladas en su interior ¿Por qué este razonamiento de pronto? Solo se había dado de esa forma; pero al darse por enterado de que la habitación en cuestión probablemente se viese como cualquier otra de la casa, encogió levemente de hombros y esbozó una pequeña sonrisa.
─ Disculpe usted el malentendido. ─se disculpó tras las últimas palabras del joven antes de cruzar el umbral de aquella puerta─ Sin embargo agradezco la libertad dada de acomodar las cosas a mi gusto. ─pudo saber que debería aprenderse sus horarios, sus tiempos y aprender a darle el espacio que necesitase; resultaba lógico que alguien que había vivido largo tiempo solo se sintiese incómodo luego con la presencia de alguien más en su silenciosa morada.
Y tras cruzar la puerta se encontraron ambos la imagen de un curioso hombre con sombrero. El sujeto a fin de cuentas parecía estar dispuesto a hacer algo aún fuera de su horario de trabajo por obtener aquella venta lo cual resultaba bastante conveniente para su imprevisto cliente. Le vio ofrecerle más androides y vio a Víctor negarse a ello para después tomar la tableta en la cual debería colocar sus datos; mientras tanto Aniel observó al otro androide que allí montaba guardia. Sus facciones secas e inexpresivas, podría decirse que ellos estaban a medio desarrollar, que a ellos no los hacían ver tan ¿humanos? Y permaneció en silencio aguardando los puntos que dentro del contrato deberían ser tocados.
─ Disculpe usted el malentendido. ─se disculpó tras las últimas palabras del joven antes de cruzar el umbral de aquella puerta─ Sin embargo agradezco la libertad dada de acomodar las cosas a mi gusto. ─pudo saber que debería aprenderse sus horarios, sus tiempos y aprender a darle el espacio que necesitase; resultaba lógico que alguien que había vivido largo tiempo solo se sintiese incómodo luego con la presencia de alguien más en su silenciosa morada.
Y tras cruzar la puerta se encontraron ambos la imagen de un curioso hombre con sombrero. El sujeto a fin de cuentas parecía estar dispuesto a hacer algo aún fuera de su horario de trabajo por obtener aquella venta lo cual resultaba bastante conveniente para su imprevisto cliente. Le vio ofrecerle más androides y vio a Víctor negarse a ello para después tomar la tableta en la cual debería colocar sus datos; mientras tanto Aniel observó al otro androide que allí montaba guardia. Sus facciones secas e inexpresivas, podría decirse que ellos estaban a medio desarrollar, que a ellos no los hacían ver tan ¿humanos? Y permaneció en silencio aguardando los puntos que dentro del contrato deberían ser tocados.
Aniel
Androide : ¿Eso es posible?
Amo : Victor Ryoma
Pareja : Mmm no.
Mensajes : 47
Por un momento el gesto de Oncie cambio, pero como profesional regresó a su estado normal. Se acerco al sujeto y tomó el dispositivo para ver que todos los requisitos estaban en orden. –Es toda la información que necesito. –Aclaró, comenzando a teclear en el ordenador, sus dedos se movieron rápido hasta que por fin termino. –Bueno, Sr. Ryoma, al parecer tiene la opción de poder pagar a través de su sueldo… -Indico refiriéndose a que ya tenía los datos sobre él, la empresa siempre quería estar atenta a quien le vendía sus productos y si podían pagarlo, no era extraño que encontraran información privada y nunca tuvieran problemas.
-Es hora de la entrega, ve por el androide –Ordeno a su “asistente” mientras salía del estante e iba a tomar al androide de cabellos blancos. Oncie sacó algo parecido a un cable, que al final era como una aguja. El androide atrajo al otro y le tomó del brazo izquierdo para descubrirle la piel. –Antes de hacer la entrega oficial, se introduce lo que llamaríamos un programa, o virus, al androide. Con la información de su amo, para acoplarse a sus tareas o su carácter influyente, si es necesario para el dueño. –Explicó el vendedor y se encendio una luz azul por todo el cable. –Esto no te dolerá… y es enserio –Le dijo al androide y con fuerza introdujo la aguja a la muñeca, los androides no podían sentir dolor realmente, lo único era que detectaban la información que pasaba a su sistema, la herida podría recuperarse en un día a mas tardar. Unos segundos más y la luz del cable se volvió verde, así retiro el cable. –Listo. El androide #11 lo identificara como amo. –El asistente le soltó y luego se alejó.
-Para cualquier problema que surja con el androide, nuestras instalaciones cuentan con el mantenimiento necesario. Y recuerde, también puede venir por uno más –El chico pelinegro sonrió divertido, mientras terminaba otros detalles administrativos, de colocar “androide vendido” y aumentar sus graficas de ventas de la semana, un adictivo al trabajo.
-Es hora de la entrega, ve por el androide –Ordeno a su “asistente” mientras salía del estante e iba a tomar al androide de cabellos blancos. Oncie sacó algo parecido a un cable, que al final era como una aguja. El androide atrajo al otro y le tomó del brazo izquierdo para descubrirle la piel. –Antes de hacer la entrega oficial, se introduce lo que llamaríamos un programa, o virus, al androide. Con la información de su amo, para acoplarse a sus tareas o su carácter influyente, si es necesario para el dueño. –Explicó el vendedor y se encendio una luz azul por todo el cable. –Esto no te dolerá… y es enserio –Le dijo al androide y con fuerza introdujo la aguja a la muñeca, los androides no podían sentir dolor realmente, lo único era que detectaban la información que pasaba a su sistema, la herida podría recuperarse en un día a mas tardar. Unos segundos más y la luz del cable se volvió verde, así retiro el cable. –Listo. El androide #11 lo identificara como amo. –El asistente le soltó y luego se alejó.
-Para cualquier problema que surja con el androide, nuestras instalaciones cuentan con el mantenimiento necesario. Y recuerde, también puede venir por uno más –El chico pelinegro sonrió divertido, mientras terminaba otros detalles administrativos, de colocar “androide vendido” y aumentar sus graficas de ventas de la semana, un adictivo al trabajo.
O. L.
Mensajes : 2
Claramente él sabía bien cómo trabajaban allí, después de todo, pese a que su trabajo se encontraba sumamente apartado de la venta de los androides, al menos en su mayoría, sus ansias de conocimiento sobre prácticamente todo, esas que habían surgido primordialmente después de haber despertado tras el accidente que le dejó “atado” a aquella silla, pero que se veía impulsada por la curiosidad que poseía desde mucho antes, no le permitía pasar por alto todo lo que para él significase simplemente algo nuevo; no por nada se había infiltrado en lo que pudiese brindarle información de los androides antes de eso, y siendo el caso, no pasó a desaprovechar la oportunidad de saber más “desde dentro” una vez que hubo comenzado su trabajo allí.
– Puede ser cómo le vea más conveniente; si le parece, puede enviarme una solicitud de pago, y atenderé a ella en cuánto llegue a casa – Aclaró; él no trabajaba allí por la paga, sino por el trabajo en sí mismo, en cierto punto, le agradaba, y precisamente por ello, no era la clase de persona que se daba lujos en exceso ni gastaba más de lo que en su momento viese necesario, así que gran parte de sus ganancias y ahorros estaban guardados sin destino alguno; la adquisición de un androide, o más si fuese el caso, aunque fuese aquél un comentario que le molestase, ya que ciertamente no tenía intención de aquello, estaba claramente a su alcance.
Los procedimientos “normales” no acababan de convencerle, pero aún así no hizo más que dar una mirada hasta que de algún modo estuviesen listos para irse. Podía saber perfectamente qué tipo de información era a la que tenían acceso, más allá de que nunca se había dado como posible cliente, y de que había limitado los datos sobre sí que podían encontrarse y considerarse “de utilidad”, tanto al dar información para su registro en el trabajo, como para la información en general a la que permitía fácil acceso remontándose incluso a su infancia. No era que algo como aquello pudiese preocuparle, pero la idea en general le era molesta, el que un androide debiese considerar a alguien como amo, todas las limitaciones que impedían el máximo potencial y las acciones que podrían ser curiosas de ver, observar y hasta analizar, pensar en aquello simplemente le molestaba, quizás por eso estaba satisfecho con sus tareas, lejos de tratar de forma “seria” con los androides ya terminados. – Dudo que necesite volver por absolutamente nada de eso. – Después de todo, no le faltaba conocimiento para decir que no podría arreglárselas él mismo, y estaba seguro de que no tenía interés en adquirir más androides; aún se preguntaba cómo había acabado comprando uno.
– Si no les importa, usaré la puerta lateral para salir – Dijo sin que fuese precisamente una sugerencia, era lo que pensaba hacer, además, era la salida más cómoda ahora que ya estaba allí. – Un placer hacer negocios contigo – No era más que una frase de mera formalidad, no le había agradado en lo más mínimo realmente, pero era algo que, cordialmente, prefería guardar para sí. Simplemente guio su silla a la salida, confiado de que ya era tiempo de retirarse y, de otro modo, tendrían más que oportunidad de detenerle.
– Puede ser cómo le vea más conveniente; si le parece, puede enviarme una solicitud de pago, y atenderé a ella en cuánto llegue a casa – Aclaró; él no trabajaba allí por la paga, sino por el trabajo en sí mismo, en cierto punto, le agradaba, y precisamente por ello, no era la clase de persona que se daba lujos en exceso ni gastaba más de lo que en su momento viese necesario, así que gran parte de sus ganancias y ahorros estaban guardados sin destino alguno; la adquisición de un androide, o más si fuese el caso, aunque fuese aquél un comentario que le molestase, ya que ciertamente no tenía intención de aquello, estaba claramente a su alcance.
Los procedimientos “normales” no acababan de convencerle, pero aún así no hizo más que dar una mirada hasta que de algún modo estuviesen listos para irse. Podía saber perfectamente qué tipo de información era a la que tenían acceso, más allá de que nunca se había dado como posible cliente, y de que había limitado los datos sobre sí que podían encontrarse y considerarse “de utilidad”, tanto al dar información para su registro en el trabajo, como para la información en general a la que permitía fácil acceso remontándose incluso a su infancia. No era que algo como aquello pudiese preocuparle, pero la idea en general le era molesta, el que un androide debiese considerar a alguien como amo, todas las limitaciones que impedían el máximo potencial y las acciones que podrían ser curiosas de ver, observar y hasta analizar, pensar en aquello simplemente le molestaba, quizás por eso estaba satisfecho con sus tareas, lejos de tratar de forma “seria” con los androides ya terminados. – Dudo que necesite volver por absolutamente nada de eso. – Después de todo, no le faltaba conocimiento para decir que no podría arreglárselas él mismo, y estaba seguro de que no tenía interés en adquirir más androides; aún se preguntaba cómo había acabado comprando uno.
– Si no les importa, usaré la puerta lateral para salir – Dijo sin que fuese precisamente una sugerencia, era lo que pensaba hacer, además, era la salida más cómoda ahora que ya estaba allí. – Un placer hacer negocios contigo – No era más que una frase de mera formalidad, no le había agradado en lo más mínimo realmente, pero era algo que, cordialmente, prefería guardar para sí. Simplemente guio su silla a la salida, confiado de que ya era tiempo de retirarse y, de otro modo, tendrían más que oportunidad de detenerle.
Ryoma Victor
Mensajes : 25
En su por demás larga estancia dentro de la tienda, recorriendo los pasillos de Toy Box e incluso ayudando a los empleados, había visto un sinfín de androides de todos los modelos y series; que los había muy distintos entre sí, lo sabía, él podía identificar cuál era androide y cual no, algo que se les facilitaba naturalmente llegaba a suponer; quizás más porque algunos androides eran más vistosos como tales que otros. Él en su apariencia había sido creado para recrear a un ángel, o eso le había dicho alguien alguna vez, facciones delicadas, piel blanquecina, ojos atrapantes… no es que hubiese visto muchos ángeles en realidad pero eso ponía el contrato que había sido firmado tiempo atrás y que nunca pudo llegar a ser completado. Y ahora se encontraba frente a un nuevo contrato, de la forma más repentina e inesperada que hubiese podido llegar a imaginar… allí estaba él, colocando sus datos en aquella tabla, llenando un formulario ¿y después? Y después todo sería diferente, podía suponerlo. Había visto cientos de androides ser vendidos en aquella tienda; podría decirse que conocía el procedimiento… aunque claro, era la primera vez que resultaba ser él quién esperase por el anhelado contrato.
Le vio moverse por fin, podría decirse que quizás de forma hasta tosca, cuando el vendedor hizo aquel llamado, podría ir por su propia cuenta sin lugar a dudas, pero no opuso queja ni resistencia a ser llevado por aquel otro que compartía su naturaleza. Pronto acercaron a su brazo izquierdo aquella enorme aguja, lo había visto una, no, varias veces si… aquella aguja entrar en uno de los brazos suponiendo que de esta forma serían reprogramados para servir a su nuevo Amo. Así eran las cosas; y no sintió dolor alguno, tal y como aquel vendedor había anticipado… lo que si sintió fue el flujo de información que pasando por aquel cable ingresó en su sistema, abriendo algunos puertos y cerrando otros. Así de fácil resultaba para ellos, hacerse de una nueva información desconocida acerca de aquel al que servirían a partir de ese momento.
─ Le agradezco. ─respondió con una leve sonrisa al vendedor, viendo aquel cable pasar del color azulino principal a un verde llamativo, entonces sintió que su sistema se acoplaba a una lista de nuevas tareas, direcciones horarios y demás que seguramente luego le serían de utilidad. Buen observador resultaba a veces ser el de blanca cabellera, aquel vendedor de atuendo particular y actitud llamativa, aquel androide de exagerada fuerza física y casi nulas expresiones, aquella tienda… ahora todo eso quedaría atrás, resultaba casi imposible de creer… en verdad había sucedido, en verdad había llegado el día… o la noche. Y se acercó hacia la puerta al ver que el de cabellos plateados tenía todas las intenciones de dejar el lugar; y sería la primera vez que saldría de allí perteneciéndole a alguien… y ese hecho resultaba hasta curioso en alguna forma─ Que tenga usted una buena noche, señor Once-Ler. ─se despidió del hombre de la galera con una suave sonrisa y una leve inclinación ante su presencia; pasada las nueve de la noche un cielo estrellado esperaba afuera; iluminado pro pequeños focos de luz lejanos e inalcanzables, decorado por el astro blanco… ese cielo que sería el primero que viese de esa forma; porque Aniel no había visto jamás en persona, la inmensidad y belleza de un cielo estrellado... aunque a sus pasos éste se encontrase opacado por las luces de la ciudad.
Le vio moverse por fin, podría decirse que quizás de forma hasta tosca, cuando el vendedor hizo aquel llamado, podría ir por su propia cuenta sin lugar a dudas, pero no opuso queja ni resistencia a ser llevado por aquel otro que compartía su naturaleza. Pronto acercaron a su brazo izquierdo aquella enorme aguja, lo había visto una, no, varias veces si… aquella aguja entrar en uno de los brazos suponiendo que de esta forma serían reprogramados para servir a su nuevo Amo. Así eran las cosas; y no sintió dolor alguno, tal y como aquel vendedor había anticipado… lo que si sintió fue el flujo de información que pasando por aquel cable ingresó en su sistema, abriendo algunos puertos y cerrando otros. Así de fácil resultaba para ellos, hacerse de una nueva información desconocida acerca de aquel al que servirían a partir de ese momento.
─ Le agradezco. ─respondió con una leve sonrisa al vendedor, viendo aquel cable pasar del color azulino principal a un verde llamativo, entonces sintió que su sistema se acoplaba a una lista de nuevas tareas, direcciones horarios y demás que seguramente luego le serían de utilidad. Buen observador resultaba a veces ser el de blanca cabellera, aquel vendedor de atuendo particular y actitud llamativa, aquel androide de exagerada fuerza física y casi nulas expresiones, aquella tienda… ahora todo eso quedaría atrás, resultaba casi imposible de creer… en verdad había sucedido, en verdad había llegado el día… o la noche. Y se acercó hacia la puerta al ver que el de cabellos plateados tenía todas las intenciones de dejar el lugar; y sería la primera vez que saldría de allí perteneciéndole a alguien… y ese hecho resultaba hasta curioso en alguna forma─ Que tenga usted una buena noche, señor Once-Ler. ─se despidió del hombre de la galera con una suave sonrisa y una leve inclinación ante su presencia; pasada las nueve de la noche un cielo estrellado esperaba afuera; iluminado pro pequeños focos de luz lejanos e inalcanzables, decorado por el astro blanco… ese cielo que sería el primero que viese de esa forma; porque Aniel no había visto jamás en persona, la inmensidad y belleza de un cielo estrellado... aunque a sus pasos éste se encontrase opacado por las luces de la ciudad.
Aniel
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