¿Qué le había llevado hasta allí? Probablemente no era un lugar extraño en el que encontrar a un predicador para cualquiera, pero no, no era un lugar habitual para él; sin embargo no podía negarse a cumplir aquél favor que le habían pedido, de modo que se internó en aquél bosque de viejas lápidas y cruces para depositar en una de las tantas tumbas un par de rosas y arrodillarse frente a esta murmurando una oración para el cuerpo y por el alma de quién alguna vez había vivido y ahora yacía simbólicamente allí.

Cuántos cuerpos habrían sido enterrados y depositados, guardados como reliquias y tesoros en aquél lugar, y sin embargo, ningún alma yacía ya en ellos; cuerpos inertes durmiendo en lo profundo de la tierra, rodeados de cedas y cuidadosamente arreglados, destinados a convertirse en polvo y cenizas, pero no era eso lo que en verdad importaba, sino el lugar donde estarían sus almas; las que aún permanecían allí, creando el ambiente de este como de otros tantos lugares, y las que abandonaban la tierra para encontrar su destino. Para él los cuerpos no eran más que eso, un simple instrumento y una carga a la vez...

Caminaba por aquél cementerio divagando tras haber cumplido su cometido, hasta que, sin intención, pudo observar aun joven a la distancia, oírle, y más que eso, pudo sentir su confusión, su temor, su dolor; aquellos sentimientos que acompañaban sus palabras e iban más allá... Tal vez no estaba en él inmiscuirse, y probablemente no debería escuchar conversaciones ajenas aunque fuesen dirigidas a nadie, y sin embargo se acercó a él silenciosamente, aguardando hasta que terminase de hablar.

- Recordarás lo que debas recordar cuando sea el momento - Dijo en voz baja, suave, parado justo detrás de él y acercándose un paso mas a su lado. - Si es importante, sigue ahí, y está ahí, porque es importante. - Hizo una pausa esbozando una leve sonrisa al contrario - Lo sabes; eres tú quien pude encontrar lo que buscan, nadie pude serte más que un simple guía... pero no es sólo eso - Su voz era calma y amena. Dirigió su mirada a la lápida frente a él y colocó su mano en el hombro del contrario - No debes temer, porque si temes de tí mismo no podrás determinar tu propio sendero. Si dices que temes de lo que puedas hacer, entonces sé que no hay nada que puedas hacer con verdadera maldad; eso, es sólo una intención y tú no la posees. Deberías empezar por intentar comprender tus emociones; entonces tal vez encuentres algunas de tus respuestas.

Guardó silencio, esperando por las palabras que el otro pudiese ofrecer en respuesta a las propias, pero siempre conservando una sonrisa apacible que transmitía su propia calma.

Escuchó la voz de alguien más detrás de él y se giro para mirarlo, sintió aquella sonrisa tan cálida y aquellas palabras tan reconfortantes, agradecía sinceramente lo que el otro decía, era como si tuviera las palabras perfectas para calmar sus temores, pero solo por un momento pues entonces aquel temor volvió a invadirlo. Miró fijamente al chico y tomo la mano que se encontraba en su hombro, era como si de alguna u otra forma necesitara de ese contacto para sentirse seguro.

-Pero que pasara... si mi verdadero ser es aquel invadido por la locura y la ira, aquel que disfruta del sufrimiento de los de demás... ¿que pasara si esa horrible bestia soy yo realmente?....Es como si no deseara serlo pero cuando esos sentimientos se apoderan de mi.... me siento tan bien, es como si deseara más y más, el poder que fluye por mi cuerpo cuando eso sucede es espectacular y deseo más y más-miró al chico fijamente, estaba tan confundido que ni siquiera el sabía lo que podría desear.

El chico resultaba tan extraño para él, era como si de una u otra forma su aura le resultara familiar, aun no comprendía por que pero de cierta forma lo alteraba, como si su cuerpo reaccionara al chico de una forma un tanto negativa a pesar de la tranquilidad que este le transmitia.

Sus palabras por un instante parecieron reconfortar al desconocido; sin embargo aquello no duró demasiado, pero ¿Cuándo las palabras podían llegar a ser lo único y suficiente? Nunca, sin que hubiese algo, sin importar qué, cuán insignificante u oculto estuviese, que las acompañara desde lo más profundo del que las pronunciaba al mundo y desde quien las recibiese.
En cuanto sintió aquella mano tomar la suya se arrodilló junto a aquél individuo mientras escuchaba cada una de las palabras que pronunciaba el desconocido.

– Nadie; absolutamente nadie, tiene en su naturaleza tales actos y emociones, y tú no eres esa excepción. Cuando las emociones se ven reprimidas u ocultas, cual fuere el motivo, tienden a liberarse tarde o temprano, a veces de la peor manera, incluso haciendo que uno pierda el control, puedes desahogarte, pero primero debes conocer tus propias emociones, y aprender a controlarlas. – Podía sentir con tanta claridad la confusión del contrario, que casi le parecía propia; sin embargo se mantenía apacible y centrado en sus palabras.

– Quizás hayas perdido tu propia fé, o te hayas desviado del camino que deberías seguir, pero ve todo esto como una prueba, tienes que aceptarlo y aceptarte a ti. Si piensas en los momentos en que has cambiado ¿qué es lo que sientes? ¿Acaso no rechazas aunque sea en lo más profundo de ti tu actuar? ¿No desearías negarlo, o cambiarlo?; eso me comprueba que no es esa tu verdadera naturaleza con total confianza. Nada de eso es tu culpa, y esos sentimientos que sientes ahora, lo que piensas dicen suficiente de ti, sólo debes intentar controlarlo y continuar.

Quizás hablaba demasiado, tal vez Hariel siquiera tenía certeza de lo que decía, pero simplemente, sabía que no había en aquel individuo frente de sí nada que fuese indicio de verdadera maldad, incluso cuando podía percibir una cierta energía, unas emociones negativas provenientes de este, y más aun sabiendo que la verdadera naturaleza de aquél ser siquiera era humana, la confusión que este sentía era lo que más le transmitía de él.

– ¿Si pudieras tener ahora ese poder del que hablas ¿Qué harías con él? ¿Cómo o en qué lo usarías? Si pudieras controlarlo por completo… Piensa en ello… ¿Crees que lo usarías para el mal?

Hizo una pausa, dejó que el contrario pudiese pensar su respuesta, y finalmente se decidió por presentarse, rápidamente, solo por ser algo a lo que antes no le había dado ocasión. – Puedes llamarme Hariel… Hariel Dmitry es mi nombre; ¿Puedo conocer el tuyo?, así sabré cómo llamarte – Volvió a sonreírle amenamente.