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Days of Flowers {Libre}
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Ese día su humor no era el mejor, había sido una semana muy floja y las ventas en la floristería habían descendido un poco, su padre putativo suspiraba con pesar pues esperaba que esta mala racha durara muy poco, Basil había pasado todo el día en el área de cultivos encargándose de las flores que estaban a punto de florecer y acomodando las que estaban listas para irse al mostrador, pero sus ganas eran muy pocas y su humor era terrible, por alguna razón le molestaba que no hubiera ventas “!Que le pasa a este mundo, que ya hasta la belleza de las flores se le ha olvidado” su voz fina resonaba en su cabeza como un reproche silencioso que de todas maneras nadie escucharía.
Pero su meditación o mas bien sus reproches contra la humanidad fue interrumpido cuando Giulio quien le llamaba para darle un encargo, oh, oh. A pesar de tener mas de un año viviendo en la ciudad, aun no se acostumbrada al tumulto de gente que siempre vivían caminando de un lado a otro, se sentía asfixiado y había tenido ya tantos problemas en anteriores ocasiones con desconocidos que cierto trauma fue formándose, no uno tan serio y radical, pero si uno que le dificultaba muchas cosas cuando se trataba de socializar con los demás.
Así fue como Basil emprendió su pequeño viaje, si, no era tan lejos a donde tenía que ir, su padre putativo no era tan inconsciente pero de alguna manera pensaba que su hijo tenía que superar aquella fobia que había ido adoptado en el tiempo que estuvo en Venecia y que mejor forma que darle mandados usando la excusa su trabajo.
Basil no le gustaba llamar la atención en ningún aspecto conocido, no cuando se trataba de ir solo en un lugar desbordante de gente, su personalidad era muy enérgica y de por si su aspecto físico era demasiado llamativo, pero tantos problemas le había hecho volverse mas precavido, para ocultar su cabellera de aquel tono tan poco común uso un gorro que por lo menos servía para esconder la mayoría de sus mechones, aunque algunos sobresalían por fuera y del resto todo era normal, un pantalón de color negro sobre unas zapatillas deportivas, una camiseta de color crema mas dos tirantes que subían de manera recta desde su cintura hasta sus hombros y se cruzaban en su espalda para estar en sus respectivos lugares y de ultimo aquellos guantes que parecían ser de seda que no iba para nada con su atuendo, ellos eran ese limitador que le daba la seguridad completa de poder verse como alguien “normal” y no un fenómeno que era capaz de volver las cosas en polvo sin poder evitarlo.
Llevaba en sus manos un cesto, un sutil pero muy llamativo arreglo floral, rosas azules bordeaban el contorno del cesto seguido de otra capa pero de rosas de color blanco, este proceso se iba repitiendo dos veces mas para luego dar paso a las orquídeas que engalanaban el centro con sus pétalos tan llenos de vida y abiertos como debían estar, trasmitían armonía y gran tranquilidad, incluso la mezcla de aromas era algo que sutil y hermoso… Procuraba caminar con mucho cuidado, evitando que tan siquiera las personas rozaran un poco con el trabajoso arreglo, y todo aquel que se acercara demasiado, le miraba fijamente con cara de perro rabioso a punto de atacar, lo que le faltaba era gruñir.
Ya faltaban pocas cuadras para llegar a lugar de la entrega, suspiraba con tranquilidad pues ya pronto se liberaría de aquel trabajo, pero tenia que estar atento, sabia la suerte tan desgraciada que poseía y algo le decía que de alguna u otra forma algo tenia que pasar. ¿Oh solo exageraba? Pues no, no había ni siquiera exagerado su propia mala suerte, sabía como era y como siempre terminaba las cosas que intentaba hacer, y para un ejemplo, fue el gruñir de dos canes que venían detrás de él.
El muchacho con lentitud intentó acelerar el paso pero eso solo hizo poner en alerta a los perros quienes comenzaban a caminar con más rapidez, fue en el momento que comenzaron a ladrar que Basil olvido todo y comenzó a correr sin importarle mucho que le viera, el gorro que tenía sobre su cabeza salió volando dejando que sus hebras bailan libremente, se tuvo que desviar de su destino mientras que intentaba escapar de los canes, no tenía ni idea porque lo perseguían pero de algo estaba seguro, si no encontraba cómo librarse de ellos iba a terminar muy mal, ya la cuestión de las flores se le había olvidado por completo, ya no le importaba si se marchitaran o dañaran, solo quería salir de este gran aprieto en el que se había metido.
Pero su meditación o mas bien sus reproches contra la humanidad fue interrumpido cuando Giulio quien le llamaba para darle un encargo, oh, oh. A pesar de tener mas de un año viviendo en la ciudad, aun no se acostumbrada al tumulto de gente que siempre vivían caminando de un lado a otro, se sentía asfixiado y había tenido ya tantos problemas en anteriores ocasiones con desconocidos que cierto trauma fue formándose, no uno tan serio y radical, pero si uno que le dificultaba muchas cosas cuando se trataba de socializar con los demás.
Así fue como Basil emprendió su pequeño viaje, si, no era tan lejos a donde tenía que ir, su padre putativo no era tan inconsciente pero de alguna manera pensaba que su hijo tenía que superar aquella fobia que había ido adoptado en el tiempo que estuvo en Venecia y que mejor forma que darle mandados usando la excusa su trabajo.
Basil no le gustaba llamar la atención en ningún aspecto conocido, no cuando se trataba de ir solo en un lugar desbordante de gente, su personalidad era muy enérgica y de por si su aspecto físico era demasiado llamativo, pero tantos problemas le había hecho volverse mas precavido, para ocultar su cabellera de aquel tono tan poco común uso un gorro que por lo menos servía para esconder la mayoría de sus mechones, aunque algunos sobresalían por fuera y del resto todo era normal, un pantalón de color negro sobre unas zapatillas deportivas, una camiseta de color crema mas dos tirantes que subían de manera recta desde su cintura hasta sus hombros y se cruzaban en su espalda para estar en sus respectivos lugares y de ultimo aquellos guantes que parecían ser de seda que no iba para nada con su atuendo, ellos eran ese limitador que le daba la seguridad completa de poder verse como alguien “normal” y no un fenómeno que era capaz de volver las cosas en polvo sin poder evitarlo.
Llevaba en sus manos un cesto, un sutil pero muy llamativo arreglo floral, rosas azules bordeaban el contorno del cesto seguido de otra capa pero de rosas de color blanco, este proceso se iba repitiendo dos veces mas para luego dar paso a las orquídeas que engalanaban el centro con sus pétalos tan llenos de vida y abiertos como debían estar, trasmitían armonía y gran tranquilidad, incluso la mezcla de aromas era algo que sutil y hermoso… Procuraba caminar con mucho cuidado, evitando que tan siquiera las personas rozaran un poco con el trabajoso arreglo, y todo aquel que se acercara demasiado, le miraba fijamente con cara de perro rabioso a punto de atacar, lo que le faltaba era gruñir.
Ya faltaban pocas cuadras para llegar a lugar de la entrega, suspiraba con tranquilidad pues ya pronto se liberaría de aquel trabajo, pero tenia que estar atento, sabia la suerte tan desgraciada que poseía y algo le decía que de alguna u otra forma algo tenia que pasar. ¿Oh solo exageraba? Pues no, no había ni siquiera exagerado su propia mala suerte, sabía como era y como siempre terminaba las cosas que intentaba hacer, y para un ejemplo, fue el gruñir de dos canes que venían detrás de él.
El muchacho con lentitud intentó acelerar el paso pero eso solo hizo poner en alerta a los perros quienes comenzaban a caminar con más rapidez, fue en el momento que comenzaron a ladrar que Basil olvido todo y comenzó a correr sin importarle mucho que le viera, el gorro que tenía sobre su cabeza salió volando dejando que sus hebras bailan libremente, se tuvo que desviar de su destino mientras que intentaba escapar de los canes, no tenía ni idea porque lo perseguían pero de algo estaba seguro, si no encontraba cómo librarse de ellos iba a terminar muy mal, ya la cuestión de las flores se le había olvidado por completo, ya no le importaba si se marchitaran o dañaran, solo quería salir de este gran aprieto en el que se había metido.
Basil Hallward
Amo : ¿Amo? ... JA! brincos diera.
Pareja : El numero a quien usted ha llamado, no se encuentra disponible. (?)
Mensajes : 6
• Alighieri / Calles principales / 11: 05 AM •
Un día como cualquier otro, podría serlo, sin embargo para Aniel no era un día más, no, porque aquel día como otros pocos, tenía la oportunidad de salir a caminar por la ciudad; actividad tan sencilla y humana que le era de tanto agrado. Aunque viese tantas parejas ir y venir, familias salir de paseo; aunque caminase solo, aún así curiosamente se sentía acompañado… por el simple y solo hecho de ver a las personas pasar a su lado.
Llevaba un par de lentes oscuros como le era de costumbre, podría decirse que era algo así como parte de su estética pero también de su equipamiento; porque sus ojos habían tenido ese algo tan especial que a los seres vivos siempre llamaba tanto la atención… aunque en realidad todo él llamaba la atención; era inevitable con esa blanca y brillante cabellera y la ropa tan peculiar que solía llevar puesta. No era nada más que su estilo.
Aquel día sin embargo no era una salida más por el simple hecho de salir a pasear como había hecho otras veces, ese día llevaba consigo el pequeño encargo de los estilistas de la “pink zone” que le habían solicitado el favor de conseguirles unas determinadas telas que les estaban escaseando. Y lo cierto era que Aniel no conocía del todo esa parte de la ciudad, sin embargo el sistema GPs que llevaba integrado, así como suponía que cualquier otro androide debía tener, le dejaba llegar a destino sin mayor problema.
Fue tras llegar a una esquina que una curiosa visión le llamó la atención, dejándolo de pie sobre la acera mientras veía una jovencita de larga cabellera rojiza pasar corriendo a toda prisa, siendo seguida por dos enormes canes ¡tamaño contratiempo tenia la muchacha! Y duró poco la visión puesto que enseguida la chica desapareció de su campo visual, doblando en una esquina. Y no tardó ni un segundo en poner en funcionamiento su sistema de navegación… y no, ese no era el camino… allí, llegaría a un callejón sin salida.
Relegando tareas al menos por el escaso tiempo que le llevase ayudar a la chica, comenzó a correr ágilmente por la calle buscando un sitio donde pudiese llegar a ella desde un punto más elevado, y así poder evitar las filosas fauces caninas; porque claro, además de ayudarla, Aniel era muy consciente de que debía cuidar al máximo todo su cuerpo si no quería pasar a ser un Zero.
Saltó ágilmente sobre una pared, un tejado y luego otro; si bien no era un androide muy fuerte físicamente, lo que si era rápido y ágil, más aún porque todos sus componentes estaban construidos de un material especial que los hacía más bien livianos.
-Deme la mano, señorita…-sugirió con vos firme y clara cuando se hubo detenido sobre el tapial que daba fin a aquel callejón sin salida para ella; desde arriba, se agacho para bajar su mano a una altura en la cual pudiese tomarla sin demasiada dificultad- Al parecer los canes se han sentido atraídos con el dulce aroma que la envuelve, pero ellos no sabrán ser delicados con usted…-comentó con una suave sonrisa, esperando inmóvil a que ella tomase su mano, para así poder llevarla hacia donde él estaba y rescatarle de aquel pare de, momentáneamente, feroces animales.
Llevaba un par de lentes oscuros como le era de costumbre, podría decirse que era algo así como parte de su estética pero también de su equipamiento; porque sus ojos habían tenido ese algo tan especial que a los seres vivos siempre llamaba tanto la atención… aunque en realidad todo él llamaba la atención; era inevitable con esa blanca y brillante cabellera y la ropa tan peculiar que solía llevar puesta. No era nada más que su estilo.
Aquel día sin embargo no era una salida más por el simple hecho de salir a pasear como había hecho otras veces, ese día llevaba consigo el pequeño encargo de los estilistas de la “pink zone” que le habían solicitado el favor de conseguirles unas determinadas telas que les estaban escaseando. Y lo cierto era que Aniel no conocía del todo esa parte de la ciudad, sin embargo el sistema GPs que llevaba integrado, así como suponía que cualquier otro androide debía tener, le dejaba llegar a destino sin mayor problema.
Fue tras llegar a una esquina que una curiosa visión le llamó la atención, dejándolo de pie sobre la acera mientras veía una jovencita de larga cabellera rojiza pasar corriendo a toda prisa, siendo seguida por dos enormes canes ¡tamaño contratiempo tenia la muchacha! Y duró poco la visión puesto que enseguida la chica desapareció de su campo visual, doblando en una esquina. Y no tardó ni un segundo en poner en funcionamiento su sistema de navegación… y no, ese no era el camino… allí, llegaría a un callejón sin salida.
Relegando tareas al menos por el escaso tiempo que le llevase ayudar a la chica, comenzó a correr ágilmente por la calle buscando un sitio donde pudiese llegar a ella desde un punto más elevado, y así poder evitar las filosas fauces caninas; porque claro, además de ayudarla, Aniel era muy consciente de que debía cuidar al máximo todo su cuerpo si no quería pasar a ser un Zero.
Saltó ágilmente sobre una pared, un tejado y luego otro; si bien no era un androide muy fuerte físicamente, lo que si era rápido y ágil, más aún porque todos sus componentes estaban construidos de un material especial que los hacía más bien livianos.
-Deme la mano, señorita…-sugirió con vos firme y clara cuando se hubo detenido sobre el tapial que daba fin a aquel callejón sin salida para ella; desde arriba, se agacho para bajar su mano a una altura en la cual pudiese tomarla sin demasiada dificultad- Al parecer los canes se han sentido atraídos con el dulce aroma que la envuelve, pero ellos no sabrán ser delicados con usted…-comentó con una suave sonrisa, esperando inmóvil a que ella tomase su mano, para así poder llevarla hacia donde él estaba y rescatarle de aquel pare de, momentáneamente, feroces animales.
Aniel
Androide : ¿Eso es posible?
Amo : Victor Ryoma
Pareja : Mmm no.
Mensajes : 47
Estaba metido en reverendo problema, aunque por ahora debía asegurarse que aquellos canes no le alcanzaran, su preocupación era el posible regaño que Giulio le daría al saber que las flores se habían marchitado por el repetitivo movimiento de sus brazos para tratar de tomar impulso para alejarse lo mas que pudiera.
Realmente ahora es cuando odiaba mucho no salir casi nunca de la floristería, para él todos los caminos eran iguales, una calle parecida a la otra no sabia donde de ir y muchos menos podía pararse por un momento para buscar un refugio.
Pronto se fue agotando y su paso se hacia mas inconstante, ya el cesto de las flores lo había dejado algunos cuantos metros atras, finalmente se encontró en un callejón sin salida, su cabello ahora era cascada roja que caía hasta su espalda y cubría su rostro, cuando finalmente alcanzo la ultima bocanada de aire sintió los gruñidos de los canes detrás de él, sin embargo permanecía aun dando la espalda.
El tiempo pareció detenerse para él mientras que observaba con detalle los guantes que cubría sus manos, tenía una pequeña oportunidad de salir, ese don del cual jamás ha hecho uso y que siempre le dio miedo de probar, temía que algo saliera mal, explorar ese lado oculto de su naturaleza y tal vez encontrarse con algo que no le gustaría.
Había alzado la vista hacia el cielo azul pero se encontró con algo mas, una figura oculta entre el resplandor de la luz y que poco a poco se fue haciendo visible, hizo caso omiso a la confusión de su salvador, Giulio siempre le había dicho que entre todas las cosas que le hacían llamar la atención, aquel rostro de damisela en apuros era el principal culpable.
Alzo sus manos para que pudiera sostenerle, pero en ese momento había vuelto a recuperar el hilo a todo. -¿Ah? ¿Dulce aroma? P-pero que cosas dices…- ese inevitable rubor rojizo apareció sobre sus mejillas mientras frunció con mucha levedad su ceño -¿Quién eres tú?- sabia que la pregunta era la menos indicada en ese momento, para ya se imaginaba por donde iba todo, hoy en día ningún hombre se detendría para examinar la belleza de su igual por meras ganas.
-Afff, otro mas…- susurro con un ligero suspiro, otro chico que pensaba que era una niña, ya en cierto punto se había cansado de corregirlos, a estas alturas simplemente se había acostumbrado, esta ves no diría nada mas pues ese hombre a lo mejor solo se apareció para ayudarle, las probabilidades de que lo volviera a ver se le hacían tan cortas e inexactas ¿Qué daño le haría?
-Disculpa… ¿Podrías subirme? Estos perros me dan miedo y me miran como si fuera un jugoso filete- musito con una voz baja y con ese toque femenino que habitaba en él, aunque quisiese ser todo un varoncito su aspecto nunca le ayudaba.
Realmente ahora es cuando odiaba mucho no salir casi nunca de la floristería, para él todos los caminos eran iguales, una calle parecida a la otra no sabia donde de ir y muchos menos podía pararse por un momento para buscar un refugio.
Pronto se fue agotando y su paso se hacia mas inconstante, ya el cesto de las flores lo había dejado algunos cuantos metros atras, finalmente se encontró en un callejón sin salida, su cabello ahora era cascada roja que caía hasta su espalda y cubría su rostro, cuando finalmente alcanzo la ultima bocanada de aire sintió los gruñidos de los canes detrás de él, sin embargo permanecía aun dando la espalda.
El tiempo pareció detenerse para él mientras que observaba con detalle los guantes que cubría sus manos, tenía una pequeña oportunidad de salir, ese don del cual jamás ha hecho uso y que siempre le dio miedo de probar, temía que algo saliera mal, explorar ese lado oculto de su naturaleza y tal vez encontrarse con algo que no le gustaría.
Había alzado la vista hacia el cielo azul pero se encontró con algo mas, una figura oculta entre el resplandor de la luz y que poco a poco se fue haciendo visible, hizo caso omiso a la confusión de su salvador, Giulio siempre le había dicho que entre todas las cosas que le hacían llamar la atención, aquel rostro de damisela en apuros era el principal culpable.
Alzo sus manos para que pudiera sostenerle, pero en ese momento había vuelto a recuperar el hilo a todo. -¿Ah? ¿Dulce aroma? P-pero que cosas dices…- ese inevitable rubor rojizo apareció sobre sus mejillas mientras frunció con mucha levedad su ceño -¿Quién eres tú?- sabia que la pregunta era la menos indicada en ese momento, para ya se imaginaba por donde iba todo, hoy en día ningún hombre se detendría para examinar la belleza de su igual por meras ganas.
-Afff, otro mas…- susurro con un ligero suspiro, otro chico que pensaba que era una niña, ya en cierto punto se había cansado de corregirlos, a estas alturas simplemente se había acostumbrado, esta ves no diría nada mas pues ese hombre a lo mejor solo se apareció para ayudarle, las probabilidades de que lo volviera a ver se le hacían tan cortas e inexactas ¿Qué daño le haría?
-Disculpa… ¿Podrías subirme? Estos perros me dan miedo y me miran como si fuera un jugoso filete- musito con una voz baja y con ese toque femenino que habitaba en él, aunque quisiese ser todo un varoncito su aspecto nunca le ayudaba.
- Off:
- Sorry me habia quedado sin Inter ;_;Uu
Basil Hallward
Amo : ¿Amo? ... JA! brincos diera.
Pareja : El numero a quien usted ha llamado, no se encuentra disponible. (?)
Mensajes : 6
No había visto antes cabellera tan hermosa como aquella, de un llamativo color rojizo que parecía brillar sanamente bajo los escasos rayos solares que le alcanzaban en ese pequeño hueco en el cual se encontraba ahora su portadora. El albino dibujo en sus labios una suave sonrisa cuando doblando sus rodillas se inclinó para ofrecer a la muchacha una mano de la cual pudiese sujetarse, y pudo ver un par de grandes ojos carmesí posarse en su persona cuando la jovencita se advertía al fin de su presencia; y un tenue sonrojo hacerse presente en lo que habían sido antes un par de pálidas mejillas, justo antes de que aquellas pequeñas manos se alzasen hacia su persona.
-¿Disculpe? –pregunto al oír el murmullo indescifrable que se perdió entre los sonidos típicos de la ciudad, y decidió inclinarse un poco más para poder tomarla con mayor firmeza pero sin perder el equilibrio propio; después de todo ella parecía tener bastante apuro a ser rescatada, y claro, tenía sus buenas y justificables razones- Siento la descortesía de hacerle esperar…-se redimió al tomar una de aquellas suaves manos, subiéndola de inmediato hasta poder sujetar la cintura ajena y apegarla a sí mismo con el afán de protegerla de las fauces caninas que virulentamente se abalanzaron sobre ella cuando le vieron ascender; ladraban con potencia e ahínco y no parecían dispuestos a abandonar su presa. Sin embargo estaba esta ya lejos de su alcance.
-Mi nombre es Aniel, para servirle. –sonrió galantemente mientras la mantenía apegada a su propio cuerpo, sujetando su mano y su cintura, delineando durante escasos segundos la delicada fisonomía de su rostro- Espero no haya sufrido usted algún rasguño…-comentó con algo de preocupación-… ahora mismo la bajaré de aquí. –le anoticio para inclinarse un poco y pasar su otra mano bajo los muslos ajenos y así alzarle como toda una princesa- No se preocupe, no la dejaré caer. –agrego para volver a sonreír de forma segura y después analizar rápidamente el camino más apto y menos dificultoso que pudiese tomar si consideraba que cargaba a una persona en sus brazos.
Camino lentamente por la cornisa, manteniendo perfecto equilibrio mientras el viento agitaba suavemente sus largos mechones blancos al mismo tiempo que la cabellera ajena le cubría casi como un manto rojizo, tranquilamente paso por uno que otro techo, hasta acceder a una pequeña escalerilla externa por la cual bajo al suelo prácticamente en la otra punta de la cuadra; muy lejos ya de aquellos canes.
-Debe ser más cuidadosa…-le sugirió mientras la bajaba para que sus pies volviesen a tocar el suelo-… pero ya está a salvo. –volvió a sonreír para después acomodar sus ropas tranquilamente- ¿Necesita que la acompañe a algún sitio? –indagó finalmente, quizás la chica pudiese estar temerosa o perdida debido al incidente; como buen caballero y buen androide lo menos que por ella podría hacer, sería acompañarle a donde tuviese que llegar.
-¿Disculpe? –pregunto al oír el murmullo indescifrable que se perdió entre los sonidos típicos de la ciudad, y decidió inclinarse un poco más para poder tomarla con mayor firmeza pero sin perder el equilibrio propio; después de todo ella parecía tener bastante apuro a ser rescatada, y claro, tenía sus buenas y justificables razones- Siento la descortesía de hacerle esperar…-se redimió al tomar una de aquellas suaves manos, subiéndola de inmediato hasta poder sujetar la cintura ajena y apegarla a sí mismo con el afán de protegerla de las fauces caninas que virulentamente se abalanzaron sobre ella cuando le vieron ascender; ladraban con potencia e ahínco y no parecían dispuestos a abandonar su presa. Sin embargo estaba esta ya lejos de su alcance.
-Mi nombre es Aniel, para servirle. –sonrió galantemente mientras la mantenía apegada a su propio cuerpo, sujetando su mano y su cintura, delineando durante escasos segundos la delicada fisonomía de su rostro- Espero no haya sufrido usted algún rasguño…-comentó con algo de preocupación-… ahora mismo la bajaré de aquí. –le anoticio para inclinarse un poco y pasar su otra mano bajo los muslos ajenos y así alzarle como toda una princesa- No se preocupe, no la dejaré caer. –agrego para volver a sonreír de forma segura y después analizar rápidamente el camino más apto y menos dificultoso que pudiese tomar si consideraba que cargaba a una persona en sus brazos.
Camino lentamente por la cornisa, manteniendo perfecto equilibrio mientras el viento agitaba suavemente sus largos mechones blancos al mismo tiempo que la cabellera ajena le cubría casi como un manto rojizo, tranquilamente paso por uno que otro techo, hasta acceder a una pequeña escalerilla externa por la cual bajo al suelo prácticamente en la otra punta de la cuadra; muy lejos ya de aquellos canes.
-Debe ser más cuidadosa…-le sugirió mientras la bajaba para que sus pies volviesen a tocar el suelo-… pero ya está a salvo. –volvió a sonreír para después acomodar sus ropas tranquilamente- ¿Necesita que la acompañe a algún sitio? –indagó finalmente, quizás la chica pudiese estar temerosa o perdida debido al incidente; como buen caballero y buen androide lo menos que por ella podría hacer, sería acompañarle a donde tuviese que llegar.
[Off: No te preocupes x3]
Aniel
Androide : ¿Eso es posible?
Amo : Victor Ryoma
Pareja : Mmm no.
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