Dejo caer su cuerpo en aquel callejón, siendo apenas alcanzado por una bala. El contenedor de basura hizo como siempre si trabajo y logró que él quedara seguro en ese lugar, al menos por unos segundos antes de saltar fuera de éste. Esa situación era un completo error de cálculo, nunca creyó que el techo de aquella casa midiera dos pasos menos de lo que hubiera esperado encontrarse para seguir luchando tranquilamente con aquel desesperado imbécil que había tenido desde el principio las de perder. Aquel bastardo lo sabía, por eso mismo cuando miró que salía del contenedor para ir de nuevo en su búsqueda no hizo otra cosa más inteligente que correr e ir a esconderse a otro lugar más seguro. Eso era mejor, eso era más divertido para Vincent que comenzaba a creer que ese día que desde que miró la cara de idiota que tenía su trabajo sería una perdida de tiempo, se volvía más interesante. Como las ratas, seguramente aquella ratita, de menor tamaño, sabría cómo encontrar un lugar en el cuál esconderse hasta que él lo encontrara.

Giró y giró, buscó y pateó cosas, soltó una exhalación, estaba cansado, aquella pequeña rata sí que lo había echo bien, no lo encontraba, sonrió, sería tal su dicha al encontrárselo de nuevo que los ánimos se levantarían, incluso le agradecería que a pesar de ser un completo idiota en lo que a las batallas se respectaba, al menos al hacerlo batallar de otra manera era bueno muy bueno. Pateó aquella puerta de madera, esa zona era un lugar casi abandonado, así que no había problema de encontrar a algún habitante que no fuera vagabundo o ladrón. Ninguno importaba, al menos a la vista de los altos mandos. Gruñó ante eso y la fuerza volvió de nuevo, sintiendo como parecía todo ser más claro. Fue gracias a sus reflejos que logró hacerse hacia atrás antes de que ese disparo le volara los sesos. Se giró y recargó su espalda contra la pared, por lo que pudo ver de esa habitación, esa era la única puerta pero no por eso la única salida, había una ventana en el otro extremo. Él la veía y la rata también.

Sacó de su bolsillo de la sudadera que llevaba, un pequeño dulce que se metió a la boca, sería un desperdicio pero incluso algo como eso debía tener un cometido para el que no estaba hecho. Como él. Lanzó uno de sus caramelos hacia el interior de la sala, donde entró él poco después, escuchando un disparo pasar a un lado de su caramelo, no tenía el hombre tan mala puntería, pero no era suficiente. Con velocidad tiró su arma de una patada y lo siguiente fue su garra derecha destrozar parte del lado izquierdo del rostro de aquel sujeto.

-Fue entretenido – comentó, terminando con su vida de una vez por todas.

Alguien había llegado hacía no más de media hora a su puerta, desesperado, afirmando haber escuchado disparos, distinguido una pelea. Había sido un joven de no más de unos 15 años, que estaba completamente aterrado, pues aquello había pasado muy cerca de dónde se encontraba con sus amigos, tanto, que le fue sumamente difícil lograr que le diese una indicación exacta, debió calmarle primero, e incluso para cuando la consiguió, salió corriendo a toda prisa en tal dirección, sin embargo ya era tarde para encontrar allí a quienes iba a buscar, sino que escuchó un nuevo disparo a un par de calles antes de llegar...

Siguió el sonido, y su propio instinto a través de las angostas calles hasta un apartamento bastante abandonado, en el cual ingresó sin titubeo alguno.
No estaba siquiera seguro de por qué había acudido allí, aquél chico sólo buscaba refugio de sus temores, y era eso lo que él simplemente bastaba con que le brindara, sin embargo, la sola idea de que pudiese haber individuos cerca en peligro o incluso a punto de matarse entre sí no le permitía permanecer impasible y hacer de cuenta como si jamás se hubiese enterado del hecho.
"La violencia no es forma de arreglar los problemas"; tal vez esa perspectiva terminaría por causarle dificultades, o incluso significar, en el peor de los casos, su propia perdición, pero hasta entonces, y probablemente incluso luego, ese seguiría siendo uno de los pilares que dirigían su actuar.

- ¡Alto! ¡No! -Su voz comúnmente serena se elevó por sobre cualquier otro sonido, arrastrándose suplicante hasta el rubio, mientras él, desde un lado de la habitación corría presuroso a su encuentro, como si pudiese impedir lo inevitable.

En un instante había tomado aquella víctima en sus brazos y se había apartado, arrodillado entonces junto a ella en procura de curarle, y comenzó a hacerlo, sólo que ya era tarde; no llegó a tiempo, no pudo hacer suficiente, no actuó tan rápido, y por sobretodo, finalmente, no se puede cuidar a los muertos, así que en cuanto la vida dejó a aquél individuo su rostro dejó ver una leve y efímera mueca de pesar; cerrando los ojos del cadáver lo depositó cuidadosamente en el suelo y cerró sus propios ojos un instante, pronunciando una muda plegaria por aquella alma.
Tras eso se incorporó, dirigiendo su vista entonces al otro individuo. - ¿Complacido? Ahora que has arrebatado esa vida ¿Estas complacido? - Su voz se había vuelto ahora más distante y profunda; no por mantener distancia o cautela, no en un acto de desprecio o desdén, sino simplemente una forma que ocultaba su propio pesar por no haber llegado a tiempo; no le culpaba en absoluto por lo que había ocurrido, si alguien debía ser culpado era él por no haber llegado antes, pero, para cometer tales actos, aquella persona debía tener sus motivos, y como todos, merecía ser perdonado por ellos.
-Hay miles de formas de hacer las cosas, y no sé por qué has elegido este camino, pero sólo puedo esperar haya valido para ti la pena - Afirmó avanzando un par de pasos hacia el desconocido - Dime ¿Estás herido? - Ya no podía hacer nada por el difunto, pero tal vez si por aquél que aún se mantenía en pié a escasos metros suyos.

Nota del Usser (?):

No había reparado en el chico que estaba cerca de ellos, ni siquiera cuando gritó, sólo se dio cuenta de su existencia cuando se acercó lo suficiente como para ponerse entre él y su victima, desesperado como si estuviera esperando llegar a tiempo para salvar la vida de alguien y como aquel sujeto había resultado una clara decepción, el chiquillo se acercaba a él como si fuera un trabajo, como si le estuviera pagando para que se acercara y lo intentara curar de cualquier rasguño que tuviera. Le miró con el ceño fruncido, sus preguntas eran chocantes. ¿Acaso no lo había visto todo? ¿No había escuchado sus palabras hasta el final?

-Tsk – era ese sentimiento que te daba apenas conocías a alguien y tenías que tomarlo entre agradable o molesto y a Vincent ese ser le disgustaba demasiado, especialmente al reconocer el aroma tan familiar que impregnaba el lugar. Un pasado asqueroso que no quería recordar por que era molesto y la peor etapa que pudo existir.  Apenas notó como se acercaba el chico, retrocedió gruñendo, como un perro que te advertía que si te acercabas o descuidabas podías terminar mal, muy mal. Sus palabras, sus asquerosas palabras diciéndole que tal vez no era el mejor camino, que debía valer la pena. Saboreó un poco más el dulce que tenía en la boca antes de lanzárselo en un escupitajo con fuego para que se le hundiera en la parte del cuerpo que había sido lanzado. La frente.  – Aléjate de mi – el rencor guardado por todos esos seres era el mismo, todos de la misma calaña – Lárgate si no quieres que te vaya mal – advirtió. Sintiendo que sus garras repentinamente parecían estar pidiendo la sangre de aquel ser puro, haciéndole sentir la necesidad de hacer algo que lo hiciera hundirse más en la obscuridad que lo consumía por voluntad propia.

¿Qué si valió la pena?

Se decidió a atacar a ese ser repentinamente, lanzándose contra el cuerpo, con las garras al frente, moviéndose rápidamente contra el cuerpo ajeno.

Es lo mejor que me ha pasado.

Podía sentir aquellas emociones provenientes del individuo, suficiente como para detenerse en cuanto le escuchó gruñirle advirtiéndole de tal forma. Reaccionó con rapidez, llevando su mano al frente, con una leve expresión de dolor reflejándose efímera cuando aquél caramelo golpeó la palma de su mano, al tiempo que arrojaba este a un lado. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Ira, rencor, odio, molesta? ¿Qué? O podía distinguirlo; no era la primer vez que le pasaba, siquiera lograba entender por qué allí los sentimientos eran tan fuertes, tan distintos, tan confusos en comparación a lo había sido aquella habilidad que tenía en su hogar.

– No te he hecho nada; sólo quiero ayudar. No tienes que descargar tu molestia conmigo, no sé el porqué de esas emociones, pero sé que no he hecho nada para causarlas. – No era tonto como para seguir avanzando, sus propios sentidos le alertaban que aquél individuo no bromeaba al advertirle que se alejara; sin embargo, tampoco era quizás tan astuto como para haberse marchado en cuanto tuvo la oportunidad.

Instintivamente, dio un paso atrás, alerta. – Lo que eres no me importa, si es por eso… no debería importarte si soy un… – “Un ángel o no”; eso iba a decir, aunque no le dio tiempo suficiente; antes de eso ya se había dispuesto a atacarle.

Apenas le dio tiempo para atajarse con sus brazos al frente, y sólo gracias a poder sentir un poco de las emociones de aquél individuo, que le advirtieron y le impulsaron a reaccionar. Esquivaba de forma casi torpe, al comparar al menos la velocidad del contrario con sus propios tiempos de respuesta, los intentos del contrario por atacarle de cualquier modo, viéndose obligado a retroceder con la misma rapidez con que el otro se acercaba a él.
Jamás había peleado, así que su habilidad práctica, incluso para defenderse, era relativamente escasa. Irónicamente, incluso cuando el contrario le atacaba, atinó a curar la herida que pudo notar, producto de uno de los disparos del hombre al que había acecinado; aunque no fuese gran cosa, sino más bien parecía poco más que un rasguño, al menos ante aquél sujeto que siquiera parecía haberla notado, o no le había sido impedimento alguno para continuar deseoso de su cacería y ahora, su enfrentamiento, fue un impulso instintivo el que le llevó a hacerlo.

– Detente ya… Es suficiente. – No sabía que decir, o más bien, no le daba tiempo de decir nada; las emociones que recibía, si bien no las hacía propia, si le resultaban un poco “incómodas”, obligándole a intentar defenderse al menos; sin embargo, con aquellas palabras tropezó callendo al de espalda sobre el piso de aquella habitación, y apenas si pudo hacerse algo de tiempo empujando un poco al contrario, para rodar trecientos sesenta grados a un lado para alejarse instintivamente cuanto pudo antes de que se le acabase el espacio.
– No ganas nada atacándome, menos aún si pretendieras matarme, ¿Por qué desear seguir arriesgando y perdiendo cosas? Debería haber sido suficiente ya – Se apresuró a decir aquellas palabras. Tenía algunos rasguños, pero no apartó la vista de aquél ángel caído que momentos antes había decidido atacarle sin previo aviso.

Quizás había ido allí esperando salvar una vida, y evitar que alguien arrebatase una, pero no sólo había fallado en lo primero, sino que evidentemente no era la primera vez que aquél asesinaba; no obstante su mentalidad le repetía con fuerza que habría de haber un motivo para su actitud, y que siempre podría ser salvado, aunque fuese hasta el último momento, pero estaba bien intentarlo antes.